LOS PILARES DE LA DESTRUCCIÓN
DE LA REPÚBLICA

El sistema que garantiza la protección de los derechos de los salvadoreños y previene el surgimiento de nuevos “monarcas” sin corona está en riesgo y estos son algunos de los signos que lo evidencian.

1 -”LEYES, NO REYES”

Una de las principales aspiraciones de la independencia es que las personas fueran gobernadas bajo reglas claras, no el capricho de quien ostenta el poder.

Pero en 2021, El Salvador está presenciando un retorno de las grandes arbitrariedades del pasado.

2 - “CIUDADANOS Y NO SÚBDITOS”

Un triunfo de estos siglos de vida independiente es que la protección de los derechos y libertades fundamentales de las personas depende de su condición de ser humanos, no de sus simpatías políticas.

En Perú, un viejo dictador del siglo XIX dijo cínicamente: "A mis enemigos todo, a mis enemigos la ley". En El Salvador, estas palabras parecen materializarse en 2021.

3 - CIUDADANOS, EL ORIGEN DEL PODER

La vida en república supone que son los ciudadanos quienes, en un ejercicio de su libertad y soberanía, acuerdan tener un gobierno con límites determinados y reglas claras.

La deformación que El Salvador experimenta implica serias violaciones a las leyes y que sea el Estado quien condiciona las libertades de la gente, violando además su soberanía de vivir y opinar como mejor les parezca mientras esto no dañe a nadie.

4 - SEPARACIÓN DE PODERES

Parece una obviedad, pero la división de los órganos de Estado es una enorme conquista de la humanidad.

Al perderlo, se pierde el freno a los grandes abusos de poder y la violencia política. En El Salvador, una persona está en camino de controlarlo todo, con los riesgos que esto conlleva. Principalmente, que el destino de un país completo dependa de sus caprichos y no de lo que un país entero construya con base en la legalidad.

5 - EL MÉRITO SUPERA A LA PLEITESÍA

Un avance en estos siglos es que los cargos importantes en el Estado deben ser profesionales y basados en el mérito de quienes los ocupan. Atrás quedaron los tiempos de las cortes y los séquitos de "aplaudidores" que servían para mantener contento al monarca y recordarle que siempre tenía la razón.

Sin funcionarios profesionales y procesos meritocráticos, pocas políticas de Estado pueden funcionar, pues dependerán únicamente de la limitada visión del caudillo. Algo que El Salvador parece experimentar.

6 - Cuerpos de seguridad apolíticos

Esta conquista es mucho más reciente, pero igualmente fundamental: que los policías y soldados respondan a la República y las leyes, no a los designios de un político y su círculo.

Lo contrario equivale a que policías y militares funcionen como milicias privadas, a la usanza de los viejos señores feudales. Ese mal fue superado hace tiempo y no debería volver más. Pero en El Salvador, esa sombra vuelve a amenazar.

7 - Los actos tienen consecuencias

Nadie está sobre la ley y los actos de todos tienen consecuencias. Esa premisa es fundamental en una república.

Pero en El Salvador de 2021, el oficialismo está buscando concentrar el poder afín de garantizar impunidad para los propios y una justicia politizada, desproporcionada, caprichosa y vengativa para los que son críticos.

8 - El poder es temporal

Para evitar abusos y excesos, las repúblicas suponen la temporalidad en el poder. Con ello, nadie puede sentir que puede abusar de su investidura pues habrá un momento en que no ostente el poder.

Eternizarse en el poder es un vicio de caudillos y aprendices de dictadores, quienes buscan nunca tener que dejar el poder y, por ende, nunca responder por sus actos. Permitir la reelección, aun si la Constitución lo prohíbe claramente, es un paso en esa dirección.